Cuando tengamos el debate de candidatos presidenciales los electores quisiéramos que, en materia económica, evitaran contarnos sus sueños y delirios de todopoderosos creadores de planes repetidos hace sesenta años y nos explicaran cómo van a encarar la crisis económica en la que estamos viviendo hace cuatro años.
Resulta que, normalmente en este tipo de actos, todos tienen una explicación que se va por las ramas. Nos dirán sin ruborizarse que van a seguir sosteniendo un Estado centralista, creador de empresas, empleador y distribuidor de prebendas a nivel nacional, regional y municipal. Sobre esta base nos dirán que van a crear empleo, que van a industrializar las materias primas y que en cinco años Bolivia será otro país. Una maravilla.
Lo que evitaran explicar es la dimensión de la crisis actual. Uno de los reclamos insistentes que vengo haciendo hace meses, al gobierno de la señora Añez, es que se explique al pueblo boliviano y al mundo, cómo recibieron la economía nacional. No lo hicieron. Desgranaron denuncias esparcidas al viento que tuvieron poca, muy poca repercusión. ¿Por qué? Pues porque prefirieron usar aquello como arma electoral antes que como acto de responsabilidad para con todos los bolivianos que fueron usados en 14 años de derroche pintándoles un mundo irreal.
Ahora es tarde. El MAS y su candidato Arce han logrado introducir en el imaginario popular que ellos hicieron un buen uso de los recursos económicos que el gobierno de Añez ha destrozado.
Por eso es necesario que en el debate presidencial se pongan las fichas en su lugar.
Cuatro años atrás, los ingresos de las exportaciones comenzaron a declinar junto con los volúmenes tanto en gas como minerales. Durante los 14 años anteriores se super explotaron las reservas gasíferas sin realizar nuevas exploraciones para remplazarlas. La minería fue explotada de manera irracional en manos de grupos mineros empresariales disfrazados de cooperativistas y la explotación de oro no tiene explicaciones.
Durante estos años (para el MAS) de gloria económica, se duplicó la burocracia nacional de 25 mil empleados a 450 mil, se crearon empresa públicas innecesarias e ineficientes que demandaron un crédito de 10 mil millones de dólares, para sostenerlas. Se adquirió deuda externa cara por 11 mil millones de dólares, se incrementó el gasto fiscal corriente que dejó, según el exministro Parada un hueco de 18 mil millones de bolivianos. El ministro Ortiz en funciones nos habla ya de 20 mil millones a la fecha.
Los datos del comercio exterior nos dicen que las exportaciones han caído en 36 por ciento y las importaciones en más del 50 por ciento. Esto refleja una enorme contracción de la economía, que se calculó alcanzaría el 8 por ciento.
A su vez las reservas internacionales han disminuido de 17 mil millones de dólares a 7 mil, tomando en cuenta que de estos 7 mil unos 1,500 millones son oro, es decir reservas no líquidas.
Ahora bien, un nuevo gobierno, se encontrará con esta realidad. Y si esto es así está claro que la tarea número uno es parar la crisis y la tarea número dos es administrarla. Esto les demandará los cinco años próximos. No hay posibilidades de que Bolivia pueda agrandar su deuda, cuando sus reservas de gas y minerales han disminuido, cuando su déficit fiscal ronda el 8 por ciento del PIB y su endeudamiento interno y externo esta por el 40 por ciento del PIB y en medio de todo esto existe un entorno externo en recesión.
Por eso creo que será interesante obligar a los candidatos del ensueño a pisar tierra y habrá que hacerles preguntas concretas sobre la realidad objetiva y nos digan qué harán con ella.
Fuente: eju.tv